Cada mañana, cuando despierto, recuerdo sueños y los grabo o los escribo. A veces me pregunto si estoy dormido o si estoy soñando. ¿Estoy soñando ahora? ¿Quién puede saberlo? Nos soñamos unos a otros todo el tiempo. Berkeley afirmaba que Dios era quien nos soñaba. Tal vez tenía razón... ¡pero cuán tedioso para el pobre Dios! Tener que soñar cada grieta y cada mota de polvo en cada taza de té y cada letra en cada alfabeto y cada pensamiento en cada cabeza. ¡Debe estar exhausto!
¿Quién soy? estoy tratando de averiguarlo desde hace tiempo.
Soy una más del montón, una cifra más en las estadísticas. Una persona como cualquier otra. Como todos, como nadie.
Tal vez no sea nadie, nada.
Vivir, nacer o morir. ¿Quién sabe? Siempre será un rompecabezas que no terminamos de descifrar.
Café
Y un recuerdo fugaz y una taza de porcelana. Blanca. Frágil. Y un saquito de azúcar y una cucharita, aun impregnados a lo que fuimos alguna vez. Y un café, negro, amargo. Para olvidarte, para recodarme.
El libro
Tumbado en el diván, leía el libro. Al pasar la página las hojas rasgaban el silencio y cuando terminaba un párrafo, una frase, a veces incluso tras detenerse –sin prisa– en una palabra, cerraba los ojos y aspiraba la fragancia del papel. Después, colocaba el libro abierto boca abajo sobre su pecho, y lo observaba moverse al ritmo acompasado de su respiración, como un pájaro raro que hubiera venido a morir junto a él. Y así hasta que la luz declinaba y se dejaba ganar por el sueño, a la espera del nuevo día que le permitiría seguir leyendo.
3 comentarios:
Yo, hacia donde vos te encuentres. Para poder hablarte aunque sea un ratito más :)
Vamo a escoger nuestros destinos
los caminos de la vidaaa no sooon como yo pensaaaaba...
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