domingo, diciembre 12, 2010

Imagina.



Entre puertas y caminos conducidos,
serpenteando quizás en alguna abertura
en alguna ensortijada idea.
Una imagen se reluce entre las demás
centelleando cual fulgurosa joya
a través de pasadizos de cordura
y escaleras manchadas de titubeo.
En ella, la noche reclama su atención
atizándolo a la eterna vigilia.
Entonces la mente, tan vanidosa
y petulante,
se abre paso de entre sus entrañas.
Ahora, ella observa.
Camina.
Siente.
Imagina.

sábado, octubre 09, 2010

Destino



Rutas errantes.
Destinos encontrados.
¿A dónde vamos?

martes, septiembre 28, 2010

Final


El momento en que llegaste fue el final de mi tarde tranquila, a solas. Ni siquiera saludaste, no, entraste a la sala a trompicones y yo supe de inmediato que tu día había sido malo. Que ningún día era bueno para vos. Retumbaste en toda la casa, en las escaleras, en el florero, en mi mente. Tomp, tomp, tomp. Pisadas de una horrible bestia que no dejaban huellas.
Te sentaste y no dijiste nada. Yo cebaba el mate y te miraba de reojo, esperando que me lo reclamaras con un gesto. Pero no te moviste.
―Es lindo ver el atardecer ―dijiste, sin mirarme.
El cielo estaba manchado de rojo, de ese tono anaranjado de los girasoles más maduros.
Te acercaste y me diste un beso, con la excusa de robarme el mate.
―Es el primero que vemos juntos―Yo me callé y luego no dijiste nada más.
Arriba, el sol ya se había plegado y llevado consigo el final del día.

jueves, septiembre 23, 2010

Atardecer


Las luces del alba
desfilan orgullosas
colgadas como adornos
navideños
en un balanceo hipnotizante
sobre los rascacielos.

Otro final se ha desplegado
sobre el cielo raso.
 

viernes, septiembre 10, 2010

Rompiendo instantes




Rompiendo instantes.
Apuñalando el corazón del silencio
Despedazándolo en pequeñas huellas
De cristal
Que de barrerlo ha olvidado el tiempo.
Rompiendo instantes.
En donde los segundos no se atreven
a existir,
Y los minutos se cuelan a hurtadillas
temerosos de un nuevo alba.

Rompiendo instantes.

Aberrante, con su voluntad impiadosa
Desafiando la cadencia de mil violines
y sumiso en la oscuridad, espera
su tímido “tic, tac”.

jueves, septiembre 09, 2010

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Cuéntame tus sueños, y yo te contaré los mios.

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lunes, septiembre 06, 2010

Recuerdos



La niña buscó entre los escombros de un pasado sin sombra y un laberinto que ha perdido a su luna, entre una llave deformada por el tiempo y una bola de nieve como los souvenirs que se regalan en los viajes. Se adentró en la profundidad de la luz de un faro pero no lo encontró, solo se halló frente a un colosal caballo de guerra y un imperio atestado de guerreros sin rostro. Se sacudió todo el polvo de hadas y se arrancó las pequeñas alas, pues ya no deseaba volar. Encontró sus instrumentos de rosas y un lápiz mágico que describía todos sus sueños y un dibujo de Roma y una margarita gris y aplastada, y se topó con su juego de espejos y coronas; y lo rompió. Lo rompió en mil pedacitos que devolvía su triste reflejo. Descubrió su nombre garabateado en un pergamino y el eco que escupía un precipicio de agonía, y una trampa de ajedrez y un naipe de oro y un infinito lienzo de estrellas.

Pero nada de eso importaba, pues ¿de qué le servía conservar aquellas cosas, si no conservaba sus recuerdos?

jueves, septiembre 02, 2010

Temporary home

El hombre sonrió. Una sonrisa demacrada y desvaída. Una imagen que entonaba perfectamente con la habitación blanquecina y de aspecto lúgubre del hospital.
El tiempo se había apoderado de cada detalle de su rostro deteriorado por el paso de los años. Frente poblada de preocupaciones que pronto desaparecerían en un fugaz instante, boca torcida y ojos enmarcados por la experiencia y el conocimiento de que la vida es pasajera, y cuando apenas uno se da cuenta de ello, ya será demasiado tarde.


Pero la habitación estaba decorada con memorias. Estaba acompañado por sus familiares, amigos, seres queridos, y eso es lo que importa. Eso es lo que siempre importó: No morir solo.


El llanto y la agonía inundaron cada rincón de la habitación. Ya no había caso ocultar lo inevitable, la muerte lo estaba esperando, impasible.


Vamos, no se pongan así. Ya saben que a mí no me gusta el llanto y todo eso... el hombre rió y arqueó las cejas, divertido. Luego suspiró. Los veo luego, supongo. y cerró los ojos.

Nunca más los volvió a abrir. 


La vida no es más que una estación. Solo una parada. Un hogar temporal.

lunes, agosto 30, 2010

Gomitas

Hoy después del colegio, mi hermana me acompañó a comprar chocolates. Como siempre hacíamos, porque nos gustaba mucho lo dulce. Lo comíamos viendo los dibujitos, haciendo la tarea, después de la cena. Siempre teníamos algo dulce en la boca.
Pero ésa vez, otra cosa me llamó la atención. No eran chocolates, pero parecían ricos.

―¿Querés gomitas? ―me preguntó mi hermana.

Yo asentí y esperé a que le pagara al kiosquero. Salimos. Ella abrió la bolsita de plástico y me ofreció uno. Agarré una masita pegajosa y naranja y la metí en mi boca.

El azúcar rugoso y áspero con el cual estaba envuelto me raspó la lengua. La saliva comenzó a disolverlo y yo lo seguía sintiendo dulce, muy dulce. Los granitos de sacarosa comenzaron a desprenderse, uno a uno, derritiéndose en mis fauces, y yo sonreí divertida. Volteé y creí ver una nube sonriente y una ave curiosa que me miraba desde lo alto y yo asustada y que vamos Fanny que se nos hace tarde. Y seguimos caminando por una calle enorme en donde vive mi tía Cecilia pero nunca la visitamos porque ella está enferma. Gomitas, gomitas. Me acordé que tenía todavía mi masita en la lengua y la mordí y se me pegó en los dientes. Alzé la cabeza y lo ví ahí, al pajarito, que para mí era un águila porque era grandote, grandote. Como un elefante. O por ahí porque yo soy chiquita, entonces todo me parece grande. Menos las gomitas. Entonces le insistí a mi hermana pero ella no me creyó y me dijo que no veía nada. Yo supe que el pájaro se había escondido porque sabía que yo le había dicho. Porque todo el mundo cree que no entienden, pero sí lo hacen. Como los perritos y los canarios y los hurones. Entienden pero se hacen los tontos.
Decidí tragarme la gomita antes de que el pichón bajara y me lo robara. Pero estaba pegado y me lastimaba las encías, así que con el dedo escarbé suavecito y lo que quedaba de la gomita se cayó de nuevo en mi lengua. Y sonreí triunfante y me lo tragué. Enterito, me lo tragué. Así que cuando ya no hubo nada en mi boca, me alzé de nuevo para comprobar mi victoria pero ya no había nada. Ni pajarito ni nubes ni nada.
Miré la bolsa que sostenía mi hermana y aún estaba llena.

Me gustan las gomitas.



~Fannie

sábado, agosto 28, 2010

Un comienzo. Un fin.

Comienzo. Un reloj. Una pluma. Delirios. Un fin.
Las palabras se me escapan del tintero. La hoja se me queda mirando, atónita, y me pregunta cada tanto con una sonrisa cómplice.
Mañanas diurnas, elfos mágicos, brújulas furtivas. Todas amenazan con salir de su guarida. Salir, salir.
Revolcarse a jugar en forma de versos erráticos y torpes.
Y una noche diligente y una estrella casi transparente. Una luna que se cuela entre las paredes de tus pensamientos y las divisa, poco a poco, lentamente.

Todo ello se agolpa aquí, en mi pequeño escondite.
Comienzo. Un reloj. Una pluma. Delirios. Un fin.



¡Hola! bueno, primero que nada, ¡bienvenidos!
Supongo que se preguntarán "¿Qué rayos significa Friedmanniella?". No, no es una marca de comida rápida ni es un seudónimo de un ladrón ni tampoco es el nombre de una droga. En realidad, es un tipo de bacteria.

Está bien, ahora pensarán "¿Pero por qué carajo eligió un nombre de bacteria para su blog?" Bueno, la verdad es que siempre fui terrible con los nombres, así que me puse a buscar. (Alabado sea Internet). Y dí con la casualidad de encontrarme con una página que traduce tu nombre en "bacteriano". Sí, existe.

En fin, parece que Friedmanniella es mi amigo bacteria. Así que junto a él, les damos la bienvenida al caótico sitio en que se convertirá esto.



Sean felices.

 
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